El estrés en sí mismo no es negativo.
Los expertos en la materia aseguran que lo importante es tener un nivel óptimo de estrés que nos dinamice, sin hacernos daño, siempre relacionado con el umbral de tolerancia al estrés que tiene cada individuo. Sin embargo, para llegar a un estado de equilibrio muchas madres, y cada vez también más padres, tienen que sufrir un arduo periodo de aprendizaje para atender al trabajo, la pareja, los hijos, los amigos, sin que afecte a la solidez familiar.
Por norma general, los padres implicados en la educación de sus hijos tienen la sensación de que el día no tiene horas suficientes, que siempre se está corriendo para llegar siempre tarde y que en la práctica es muy difícil llegar a conciliar, saludablemente, familia y trabajo. Se hace necesario realizar un análisis lo más objetivo posible de cómo gestionar el tiempo, de cómo está organizado el hogar para poder eliminar aquello que sea innecesario para así nos sea posible estar presente en los lugares en los que, sí lo somos, de alguna manera nos necesitan. Tener presente que las personas somos limitadas, nos hace ser realista.
Se habla mucho de las mujeres capaces de llevar la casa, trabajo más allá de la media esperada, con alto nivel de auto-exigencia y organización para atender a su familia sin descuidar sus obligaciones profesionales.
Saber delegar en los ámbitos de actuación, saber diferenciar lo urgente y lo importante, saber gestionar de forma adecuada las situaciones diarias, dándose cuenta de qué es aquello que nuestros hijos necesitan realmente. Y de esta forma, trabajaremos el control sobre el estrés, reducir significativamente el sentimiento de culpabilidad de madres y de padres, conscientes de sus responsabilidades familiares, al sentirse impotentes por no llegar a todo.
Los niños tienen sus propios ritmos para aprender y desarrollar lo aprendido, y una fuerte presión para alterar ese ritmo solamente llevará a que el desarrollo de ciertas habilidades e incluso su aprendizaje se vean mermados considerablemente; los niños estarán más nerviosos y absorberán como esponjas los estados de ánimo y los agobios de sus padres que, en definitiva, constituyen para ellos el primer ejemplo a seguir. Si para hacer que todo sea más rápido le hacemos las cosas, no le permitimos aprender, contribuyendo a que sean menos autónomos y más dependientes, interfiriendo en la evolución natural del proceso de aprendizaje, dónde es necesario dedicar tiempo y permitirles errar.
¿Qué hacer cómo padres?
Deben tener presentes pautas de comportamiento para facilitar la relación con sus hijos para contribuir a su estabilidad emocional y establecer un marco de referencia claro para los hijos y para ellos mismos.
Entre ellas mencionar:
- La necesidad de que se adapten a los horarios y ritmos propios del niño, planificando las actividades en función de su edad y de su desarrollo madurativo, hábitos saludables en: alimentación, higiene, cuidados, pautas que se deben hacer cumplir cada día.
- La conveniencia de hacer una buena gestión del tiempo en general y en particular, el que pasan juntos, haciendo que sea un tiempo de calidad, de crecimiento, de estar verdaderamente presentes en mente y cuerpo; transmitirle al niño que es querido, valorado.
- Es Importante disfrutar del proceso de crecimiento, tanto físico, intelectual como social y para ello hace falta optimizar el tiempo
- Reconocer los momentos difíciles por los que pasan los niños como necesarios y parte de su propio desarrollo. La percepción de las vivencias cotidianas depende en gran parte del carácter del niño.
Francisca Varga Real, Licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación (Sección Psicología) Especialista en Psicóloga Clínica – Psicoterapeuta, Responsable en W.S.G.